La leyenda de Sisa

El Origen del ajedrez




La leyenda de Sisa:

Hace miles de años, en un antiguo reino de la India, vivía un rey. Un rey tan rico y poderoso como triste e infeliz, ya que había perdido a su único hijo en una batalla.

Estaba tan triste que empezó a descuidar su reino, y a los habitantes que vivían en él. Toda la corte, amigos y consejeros trataban de animarle. Invitaban a cantantes, músicos o juglares que trataran de distraerlo, para que con ello, el rey volviera a cuidar de su reino. Pero por mucho que lo intentaran, el rey no podía parar de pensar en el día en que había ganado la guerra y perdido a su hijo.

Hasta que un día, un consejero real, ordenó a Sisa, uno de sus más inteligentes servidores, que creara un juego capaz de entretener al rey. Al poco tiempo, Sisa se presentó ante su rey con un tablero de madera, con 64 casillas y 32 figuritas también de madera. Tras explicarle a su rey que era un juego de guerra entre dos ejércitos se pusieron a jugar.

El juego le gustó tanto al rey, que empezó a jugar durante horas y días, ya no sólo con sus amigos y consejeros, sino también con algunos habitantes de su reino. Agradecido de que por fin alguien hubiera conseguido distraerlo, le ofreció a Sisa cualquier cosa que este quisiera: "¿Qué pago quieres por haber creado esta maravilla?"- le dijo el rey -. 
"Señor soy un hombre humilde" - respondió Sisa - "me conformaré con que me pagues un grano de trigo en la primera casilla del tablero, dos en la segunda, cuatro en la tercera, ocho en la cuarta, etc". Encantado ante tan modesta solicitud el rey asintió. 

Tras calcular la cantidad de trigo que debían dar a Sisa, el rey se sorprendió, ya que con toda la cosecha de su gran país, acumulada a través de varios años, no alcanzaría para pagar la astronómica cantidad de granos a que se había comprometido.

La cifra total era de 18.446.744.073.709.551.615


El rey nunca habría imaginado que el sabio Sisa le pediría algo imposible de pagar incluso con sus enormes riquezas. Al final, satisfecho por haber conseguido que el rey volviera a ser feliz y por las lecciones que había aprendido en esos días jugando al ajedrez, Sisa renunció al presente, y el reino volvió a la normalidad.

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